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Escuché una canción de Chambao, «en la raíz», mientras hacía una meditación-conexión artística con mis ancestros en barro. La canción estaba en una lista de spotyfive que sonaba aleatoria y, cuando saltó esta, sentí que mis ancestros me hablaban directamente. La canción saltó justo cuando mis manos se separaron de la obra acabada y me habló.

Al día siguiente, sábado 26 de octubre, al comenzar la rueda de palabra en el 2º Nivel del taller de Yoga de la Voz de mi amiga-hermana Inés, conté esta experiencia. y luego la olvidé en el transcurrir de las transformadoras horas en las que nos sumergimos. En la tarde, casi al final del día de taller, la última propuesta era hacer un poema con el que haríamos una canción, a partir de unas palabras resonantes que ya vibraban fuerte en nosotras.

Tuve que irme rápido a un pequeño trabajo que tenía al final de la tarde, y no pude avanzar mucho mi canción dentro del taller. Más, al acabar esta labor, me senté, y la estructura de mi canción cayó. Luego, al irme a dormir, me levanté de un brinco porque cayó la melodía y quería grabarla en mi móvil.

Entramos y salimos del taller el domingo con nuestra canción y el propósito de mejorarla. A parte de otros propósitos de donde nace el encuentro «El Árbol de la Vida y los Ancestros» (lee el artículo con este título si quieres saber más). Mi gran creación de años de experiencia en la geometría sagrada y en el contacto con los ancestros. El mismo lunes 28 lo lanzo y tiene una acogida tan cálida, y me siento tan orgullosa de mi criatura…

Al día siguiente, mi amiga-hermana Vera, lanza su próximo encuentro de oráculos, a los que intento no fallar, pues son parte de mi experiencia vital ahora mismo y los mensajes de sus oráculos hablan tan claro…

Pues Vera llama a su taller «El Árbol de la Vida».

¡Igual que yo!

Antes de publicarlo me llamó para decirme que le había salido esta carta en los oráculos… Varios de nuestros círculos son comunes…

En los últimos dos años hemos creado una hermosa amistad, nos hemos acompañado, escuchado, alentado, compartiendo diferentes tipos de encuentros. Nos hemos nutrido.

Entro en un estado de shock, porque a la vez el martes me estaba volviendo la energía de euforia del día anterior que arrastraba con su intención implacable de polarizarse.

¡Igual que yo!

No hace falta que especifique más, cada uno que busque en sus sombras para ver que descubre.

Y también tenemos nuestra luz, y gracias que la mía grita mucho. Y es que la energía del momento quiere árboles, vida, ancestros, propósitos… y se manifestará en todos aquellos que se abran a recibir y mostrar. Y no hay mío ni tuyo. Y así es.

Y en el taller de Vera, el viernes 8 de noviembre, hicimos un árbol con nuestra propia silueta, antes de pasar a preguntar a los oráculos. Y miré de reojo el árbol de Nuria, amiga-hermana, y ella tenía un enorme ojo dibujado. Me impactó. Yo también quería un ojo. Y casi lo dibujo. Me resistí. Al menos, luego lo verbalicé.

Y la sesión de oráculos fue tan clara, todas decíamos tantas verdades con tanta claridad. Y es que todas teníamos un gran ojo abierto en nuestra frente. Todas somos oráculo…

Y no es el ojo de Nuria, ni mi sentir un plagio. Es que el ojo estaba presente. Ya le haré uno a mi árbol que sigue gritando ¡donde está mi ojo!

Y el sábado 9 (dos semanas después de comenzar esta aventura) me pongo a mejorar mi canción. En el mismo lugar que el primer sábado. Y perfecciono las rimas hasta sentir que está cerrada. Y en el altar de mis ancestros la canto. Y se las dedico. Y en el momento en que se las dedico, siento que me piden que cante también la de Chambao… Y ahí me doy cuenta, ¡utilizo las mismas palabras! ¡Es un plagio de «en la raiz»!

Que fuerte… Todo se desmonta y todo se vuelve a ordenar. Mi canción toma un nuevo significado; ¿Yo la dedico a mis ancestros o ellos me la susurraron? Sea como sea, siento su bendición.

Algo quiere mostrarse de infinitas formas, dejémosle espacio.